domingo, 22 de diciembre de 2013

Color servilleta

Es mi primera entrada en mucho tiempo y me alegra mucho que sea con un ejercicio de Adictos a la escritura. Había pensado en dejar de escribir, por un motivo u otro o todos, pero he decidido no dejar que mi pasión muera y ser mejor en todos los aspectos posibles. Gracias de antemano a quien lo lea. ^_^ ¡Felices fiestas a todos!

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COLOR SERVILLETA

De sus tradiciones navideñas, la de usar ropa interior roja era la más esencial. Con toda seguridad era la menos importante, al menos con respecto a las emociones y valores decembrinos, pero año con año cumplía con la costumbre.
No recordaba cómo o por qué había empezado a hacerlo, lo que sí recordaba —y a esto le agregaba algo de misticismo innecesario— era que si usaba lencería roja en Navidad tendría buena suerte en el amor; por el otro lado, si quería tener buena fortuna, solo necesitaba ponerse bragas y sostén amarillos. Y, como mujer soñadora que era, le urgía más lo primero que lo segundo.
Uno esperaría, entonces, que María estuviera preparada para la noche, sin embargo, tenía otra costumbre aplicada todo el año sin falta alguna: dejar las cosas para último minuto.
—¿Qué voy a hacer? —preguntó a su hermana mientras revolvía la ropa en sus cajones.
—Ponte lo del año pasado.
María suspiró con agobio y volteó a ver a su hermana, recargada en el marco de la puerta con los brazos cruzados.
—Sabes que no debe de ser así. Tiene que ser nueva.
—No seas ridícula, María. ¿Quién demonios va a saber lo que traes debajo de la ropa? —Diana, más que preocupada o fastidiada, estaba entretenida con la situación.
Por lo general tenía la buena voluntad de acompañarla a comprar todo lo necesario para su íntimo ritual, aunque su intención en realidad era burlarse de ella en el proceso y evitar los quehaceres navideños que inundaban la casa.
Había asumido que en esa ocasión su hermana había encontrado el pedazo de sentido común que le faltaba e iba a dejar de lado su costumbre, pero resultaba que María había pasado la noche entera de fiesta y el exceso le cobró factura con una resaca y el olvido de su tan importante lencería.
—¡Yo lo sabré y tú lo sabrás! —gritó María exasperada.
—Ponte lo mismo que el año pasado, ¿cuál es la diferencia? Hasta donde yo sé no existe la policía de los calzones.
El sarcasmo provocó que su hermana volteara a verla como si hubiera dicho la peor cosa en el mundo.
—¡Es que no entiendes! Tienen que ser nuevos o no servirá de nada —la voz de María temblaba con cada palabra y parecía estar cada vez más cerca del llanto.
Diana meneó la cabeza encogiéndose de hombros. No había nada qué hacer: su hermana no entraría en razón y la hora de la cena estaba próxima. Pero, escuchar el murmullo de sus quejas acerca de cómo nadie la entendía y que a nadie le importaba lo que ella quería, la conmovió un poco. Con una exhalación resignada, se dio la media vuelta y bajó las escaleras.


—Quédate quieta —pidió por enésima vez.
Diana confeccionaba sobre María un burdo juego de bragas y top. Ajustaba la tela lo más posible al cuerpo de su hermana, quien se movía inquieta a cada momento tentándola a pincharla para ver si así lograba mantenerla en la misma posición más de unos segundos.
—Creo que ya está —dijo aliviada de haber terminado, aunque no pudo contener la risa al ver su creación.
—Ja, ja. No es gracioso —María estaba incómoda y tenía miedo que algún alfiler de gancho pudiera abrirse y punzarla.
—Ya —alcanzó a decir en un respiro—. Vístete y bajemos.
Arregladas, una con la compostura repuesta y la otra con el ánimo un poco más elevado, se dirigieron a la sala de estar.
—¿Alguien ha visto las servilletas de tela? —preguntó la matriarca de la familia a gritos desde la cocina—. ¡Estaban aquí!

Diana rió lo más bajo que pudo y María se puso como de piedra al tiempo que se le subían los colores a la cara. 

martes, 12 de febrero de 2013

Juego de Invierno - Segunda Temporada

El blog Cuentos Íntimos organiza su segunda temporada del Juego de Invierno, en el cual se invita a autores a inspirarse con algunas imágenes para crear un relato erótico. Puedes consultar las bases dando clic en la siguiente imágen.

martes, 29 de enero de 2013

No se acaba el mundo


Miró su plato y meneó la cuchara. En su vida recordaba una sopa tan espesa e insípida. 

—¿Cuántas latas dices que compraste? —preguntó a su madre sabiendo de antemano que se había excedido por mucho en la compra de latería. 

—No lo sé. Lo suficiente para un mes, supongo —la escuchó suspirar desde la cocina. 

miércoles, 16 de enero de 2013

Mors In Amore: Reseñas

Mors In Amore ofrece a escritores noveles leer y reseñar su trabajo. Lo único que hay que hacer es enviar un correo con datos básicos del autor y la obra (nombre o seudónimo del autor, título del escrito, sinopsis, portada, etc.).

Para conocer las condiciones y requisitos, haz clic aquí o en la imagen.

domingo, 13 de enero de 2013

San Valentín '13: Antología de relatos cortos

El blog Kiss A Book invita a todos los interesados a participar en su antología romántica para festejar el día de San Valentín. Los requisitos son muy simples:
  • Inspirarse en Seda y fuego, que son las palabras que darán título a la recopilación.
  • Que el texto no tenga más de dos páginas de extensión; no hay mínimo.
  • Ser un escrito exclusivamente romántico.
  • Enviar el relato (con título) en formato .doc (debe estar en fuente Times New Roman, tamaño 12) a contacto@kissabookblog.com con el asunto "Relato San Valentín) y el seudónimo o nombre junto con la dirección de blog del autor.
Para leer las bases completas, haz clic en el siguiente banner:


viernes, 11 de enero de 2013

Reto "Las 10 caras de Eros"

Zona Excéntrica ha organizado un reto erótico, exclusivo para mayores de edad: "Las 10 caras de Eros".

Haz clic en la imagen para leer las bases completas

El reto es muy permisivo en cuanto géneros eróticos, ya que pueden ser de índole lésbica, homosexual, BDSM, etc; y sin importar que sean sagas, trilogías o blognovelas. El plazo es del 14 de enero al 31 de diciembre del año en curso.


jueves, 10 de enero de 2013

Pedro Páramo de Juan Rulfo, pág. 45 y 46

—¿También a usted le avisó mi madre que yo vendría? —le pregunté.
—No. Y a propósito, ¿qué es de tu madre?
—Murió —dije.
—¿Ya murió? ¿Y de qué?
—No supe de qué. Tal vez de tristeza. Suspiraba mucho.
—Eso es malo. Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace. ¿De modo que murió?
—Sí. Quizá usted debió saberlo.
—¿Y por qué iba a saberlo? Hace muchos años que no sé nada.
—Entonces ¿cómo es que dio usted conmigo?
—...
—¿Está usted viva, Damiana? ¡Dígame, Damiana!
Y me encontré de pronto solo en aquellas calles vacías.

miércoles, 9 de enero de 2013

Pedro Páramo de Juan Rulfo, pág. 34

¿Por qué aquella mirada se volvía valiente ante la resignación? Qué le costaba a él perdonar, cuando era tan fácil decir una palabra o dos, o cien palabras si éstas fueras necesarias para salvar el alma. ¿Qué sabía él del Cielo y del Infierno? Y sin embargo, él, perdido en un pueblo sin nombre, sabía los que habían merecido el Cielo.

martes, 8 de enero de 2013

Pedro Páramo de Juan Rulfo, pág. 26

«¿Has oído alguna vez el quejido de un muerto?», me preguntó a mí.
—No, doña Eduviges.
—Más te vale.

lunes, 7 de enero de 2013

Pedro Páramo de Juan Rulfo, pág. 23

—Que se resignen otros, abuela, yo no estoy para resignaciones.
—¡Tú y tus rarezas! Siento que te va a ir mal, Pedro Páramo.

domingo, 6 de enero de 2013

Pedro Páramo de Juan Rulfo, pág. 20 y 21

—Ve tú en mi lugar —me decía.
Y fui.
Me valí de la oscuridad y de otra cosa que ella no sabía: y es que a mí también me gustaba Pedro Páramo.
Me acosté con él, con gusto, con ganas. Me atrinchilé a su cuerpo; pero el jolgorio del día anterior lo había dejado rendido, así que se pasó la noche roncando. Todo lo que hizo fue entreverar sus piernas entre mis piernas.
Antes que amaneciera me levanté y fui a ver a Dolores. Le dije:
—Ahora anda tú. Éste es ya otro día.
—¿Qué te hizo? —me preguntó.
—Todavía no lo sé —le contesté.

sábado, 5 de enero de 2013

Pedro Páramo de Juan Rulfo, pág. 12

—Éste es su cuarto —me dijo.
No tenía puertas, solamente aquella por donde habíamos entrado. Encendió la vela y lo vi vacío.
—Aquí no hay dónde acostarse —le dije.
—No se preocupe por eso. Usted ha de venir cansado y el sueño es muy buen colchón para el cansancio.