martes, 7 de diciembre de 2010

La libertad

Me considero una persona apasionada por la libertad, ¿pero qué es la libertad? No por definición dada en diccionarios, ni la que se me ha inculcado, ni la que se me quiere imponer. La libertad puede tener muchos significados, ¿pero cuál es la verdadera?

Antes de poder escribir qué es la libertad para mí, he pensado en la responsabilidad que tengo hacia la misma. Puedo hacer uso de ella, sin embargo el abuso está prohibido. ¿Es esa la línea donde termina la libertad de uno y empieza la de otra persona? Probablemente sí, porque algo tan grande debe acarrear responsabilidades de igual magnitud.

En los diccionarios he encontrado que se le relaciona con el hecho de no ser preso o esclavo, mas dudo mucho que el estar encerrado procure una negativa total a nuestra libertad. Bien podemos vivir en el exterior de una prisión y eso no nos garantiza nada. ¿Qué hay de la libertad que se encuentra dentro de nosotros? Esa que nos permite tomar decisiones y hacer cosas que queremos y nos gustan.

Muchas veces, cuando nos queremos dar el lujo de llevar a cabo acciones que no afectan a terceros pero no son bien vistas a ojos ajenos, reprimimos entonces nuestra libertad. Tememos que, de llevar a cabo lo que deseamos, se nos tachará de insubordinados, pelafustanes sin disciplina.

Personalmente, estoy agradecida de los tiempos en los que me ha tocado vivir. He podido ver y disfrutar cosas que las nuevas generaciones ya no tendrán a su disposición. Sobretodo porque he podido darme cuenta del cambio en el enfoque que se le da a nuestra libertad y nuestros derechos. He sido testigo del cambio de la vida misma a través del tiempo y mi edad.
 

Hace, tan sólo, siete años era un escándalo que algún adolescente se hiciera perforaciones, y actualmente es más común de lo que lo fue en mis días de pubertad. Al día de hoy también existe la libertad para amar, a pesar de los tabúes con los que podamos tropezar en el camino. Poco a poco la barrera del escalafón social ha ido desapareciendo, así como la del género y la edad.
 
Para mí, la libertad no se limita a hacer lo que se me permita, sino hacer lo que me nace del corazón, lo que me hace feliz y no afecta a otros. Mi libertad es cuando me emociono al escribir, cuando mi corazón se acelera al imaginar, cuando decido por mí misma qué hacer y cuándo hacerlo sin preocuparme la opinión de los demás. Mi libertad es cuando me doy permiso de ser yo misma y gozarlo sin culpas.
 
Asimismo, mi mayor barrera es la sociedad, siempre ambivalente. Elogiando a los que desafían las reglas después de haber logrado algo grande y juzgándolos en el proceso de llegar a su meta. He ahí donde yo veo lo bueno de las barreras y la belleza de la libertad: no se podría disfrutar, con todas las letras, si uno está consciente de ella, o si uno la obtuviera fácilmente.
 
Desconozco tabúes y prejuicios; no los aplico en mí misma para que no me los apliquen a mí. Al mismo tiempo, evito plantearme límites. Por ello, en pos de la libertad, podemos ser llamados rebeldes o libertinos y es preferible que nos digan cualquier calificativo a no conocer nunca esa satisfacción.

Gandhi llegó a decir: "No se nos otorgará la libertad externa más que en la medida exacta en que hayamos sabido, en un momento determinado, desarrollar nuestra libertad interna". Con ese pensamiento vivo persiguiendo lo que la libertad significa para mí, practicando la libertad que se me ha inculcado y desafiando la que se me quiere imponer.

1 comentario:

  1. Estoy totalmente de acuerdo con tu idea de Libertad al 100%...

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