miércoles, 11 de julio de 2012

Pedro Páramo de Juan Rulfo, pág. 10

Y aunque no había niños jugando, ni palomas, ni tejados azules, sentí que el pueblo vivía. Y que si yo escuchaba solamente el silencio, era porque aún no estaba acostumbrado al silencio; tal vez porque mi cabeza venía llena de ruidos y de voces.

1 comentario:

  1. Sigue escribiendo, nunca te detengas no prives al mundo de tus maravillosas letras

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